Sección de artículos de psicología i relaciones humanas
Cuaderno
de Psicología
PROPUESTA
Nº 1
Cada uno de
nosotros podría tener un
Cuadernillo de Psicología que utilitzaría durante
toda la vida específicamente para analizar la lección aprendida de cada
error cometido
y con el compromiso
personal de no volver a reincidir. De esta
manera, integramos los
errores como elementos
fundamentales que nos
ayudan a expandirnos y
a crecer interiormente,
siempre y cuando
sepamos analitzarlos objectivamente
y seguir adelante,
pero sin castigarnos, ni
darle vueltas a la cabeza al porqué
caímos en ese error, sinó decir
“he aprendido esto y
continuo adelante sin mirar
atrás” (esto no quita que no sea
necesarioi releer de tanto en
tanto el cuadernillo
para hacerle
un seguimiento).
PROPUESTA
Nº 2
Normalmente todos
tenemos agendas para
acordarnos de cumplir nuestras obligaciones, pero
yo
propongo tener también una Agenda del Tiempo Libre
donde podamos anotar
actividades que nos
gusten y con las
cuales llenemos nuestro
valioso tiempo lliure.
Nunca debemos olvidar estas actividades porque nos aportarán felicidad,
potenciarán nuestra creatividad, nos ayudarán a descubrir nuestro potencial,
a conocernos mejor y entrar en contacto
con nosotros mismos
y con nuestras necesidades. Las personas que disponen de tiempo para ellas
mismas
tienen una visión clara de las cosas.
Esta es la mejor
inversión: disponer de tiempo
libre en nuestra
agenda para hacer
aquello que más nos
agrada.
PROPUESTA Nº 3
Una técnica que
me funciona para no dejarme afectar por una persona que me cae mal (por
ejemplo, por
su vanidad, soberbia o superficialidad)
y que no puedo apartar
de mi vida es aprovechar la oportunidad para experimentar la compasión (no obstante,
a
veces, segun la ocasión, practico la empatía o
colocarme en el lugar del otro
para analizar porqué se comporta así.
Esto me ayuda a entenderlo,
aunque no comparta
su actitud) y, en último
lugar, siempre me sirve para poner a
prueba mi paciencia. También nos ayudará
hacer el esfuerzo de ver la
situación desde fuera (ser objectivos)
y preguntarnos qué nos ha venido a
enseñar esta persona y poner de nuestra parte para
asimilar esta lección.
Pero si no obtenemos respuesta a nuestra pregunta,
quizás en ese momento
con esa persona desarrollaremos nuestra fortaleza interna o pondremos en práctica
el hecho de hacernos valer, poner límites
y defender nuestros drerechos (asertividad).
En último término, podremos mantener una cierta
distancia a pesar de que continúe
la relación con ella
(únicamente existente mientrras
se den ciertos
factores). Y otra
opción es que nos
pueda acabar cayendo bien...
Autora: María Jesús Verdú Sacases.
El contenido de esta página es creación de la autora y está inscrito en el Registro de la Propiedad Intelectual.
Sección
de artículos de psicología y relaciones humanas
El perdón
No tiene sentido iniciar una
nueva fase en nuestra vida cargada
de optimismo, confianza, ilusión y renovación interna sin antes habernos liberado a través del
perdón. Dejar atrás el lastre del resentimiento y del dolor nos adentrará en la
senda de la satisfacción interna y la plenitud que nos proporcionará la plena
conciliación con el momento presente y todo aquello que lo antecedió.
El primer paso para el perdón es
tratar de dejar de pensar con odio en la persona que deseamos perdonar e
intentar comprender que ella tiene su punto de vista y nosotros el nuestro. Por
tanto, cada uno es libre de actuar según su criterio y si los caminos a seguir
deben separarse, pues siempre debemos luchar por el propio y ajeno respeto y
dignidad, entonces hay que dejar marchar a la persona y transformar el rencor en
la alegría que nos proporciona el simple hecho de sentirnos libres de todo
sufrimiento y de ganas de enjuiciar sus actitudes.
El perdón, cuando es sincero, provoca una sensación de alivio interior y de reencuentro con un sentimiento de humanidad, flexibilidad y de mayor comprensión de las cosas, que, sin duda, nos convertirá en más sabios y nos hará sentirnos en paz con nosotros mismos.
Cuando es necesario seguir conviviendo con la persona que deseamos perdonar, lo haremos de forma que no nos dejemos llevar por el miedo y el recelo, tratando de seguir unos valores de justicia y de tolerancia, los mismos que desearíamos para nosotros.
Sin embargo, el perdón requiere tiempo...
El perdón, cuando es sincero, provoca una sensación de alivio interior y de reencuentro con un sentimiento de humanidad, flexibilidad y de mayor comprensión de las cosas, que, sin duda, nos convertirá en más sabios y nos hará sentirnos en paz con nosotros mismos.
Cuando es necesario seguir conviviendo con la persona que deseamos perdonar, lo haremos de forma que no nos dejemos llevar por el miedo y el recelo, tratando de seguir unos valores de justicia y de tolerancia, los mismos que desearíamos para nosotros.
Sin embargo, el perdón requiere tiempo...
Autora: María Jesús Verdú Sacases. El contenido de
www.mjesusverdu.com es creación de la autora y está inscrito en
el Registro de la Propiedad Intelectual.
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La brisa de las
emociones
Serenar las emociones depende de
nosotros: se trata, en definitiva, de adentrarnos en nuestra calma interior y en
el silencio del alma y del corazón. Es algo inherente a nosotros y que poseemos
desde que nacemos. Sólo podremos recuperarlo a través del contacto con nosotros
mismos, conectando con nuestra intimidad y con la plenitud de nuestro ser
interior. Adentrarnos en nosotros mismos es la mejor de las experiencias porque
nos permite conocernos y disfrutar de todo aquello que forma parte de nosotros
desde siempre y que, con las prisas y las exigencias que nos impone el mundo
exterior, hemos olvidado. Es como si nos hubiéramos descuidado de nosotros
mismos en beneficio del entorno que nos rodea. Pero ocuparnos de nosotros no es
egoísmo, sino un acto de amor por uno mismo.
De lo primero que nos damos
cuenta con la práctica de la meditación es de que somos un tanto estrechos de
miras y que, por eso, es preciso ampliar nuestras perspectivas, abriéndonos a
nuevas ideas y desechando aquellos conceptos viejos, preconcebidos y obsoletos
pues cada situación es única y diferente en un contexto dominado por la
impermanencia de las cosas, o sea, gobernado siempre por el cambio: lo único
constante que hay en nuestras vidas. Sin embargo, eso no excluye que mientras
estemos experimentando una experiencia, obtengamos lo bueno que nos ofrece de
acuerdo con nuestros principios y valores, pero sin aferrarnos ni tratando de
controlarla al cien por cien para que se adapte a nuestro antojo, sino
desarrollando la fuerza necesaria para aceptarla y saber soltarla o desapegarnos
de ella, si llega el momento de iniciar otro nuevo camino. Así pues, si la vida
es tan fluctuante, ¿de qué sirve preocuparnos tanto por detalles que en realidad
resultan insignificantes, pues como todo: pasarán de largo? ¿De qué sirve
criticar tanto a los demás? Es como si perdiéramos lo más valioso que tenemos:
nuestro tiempo, esa herramienta poderosa que bien empleada nos conducirá a la
plena realización personal
Entrar en nuestro interior,
crear una conciencia de paz y penetrar en el silencio o en el espacio concreto
entre cada pensamiento, nos conducirá a una sensación de infinitud del universo
interior donde todo es relativo y todo idea es capaz de fluir en nuestro río de
sentimientos, aquél donde la flexibilidad y la tolerancia aflora de forma
natural al ser conscientes de su existencia.
Una brisa de emociones podríamos
definirla como una herramienta para:
ü
Entrar en contacto con nuestra espiritualidad o
parte no física.
ü
Dedicar parte del tiempo a hacer algo que nos
gusta.
ü
Desarrollar nuestra parte creativa.
ü
Aprender a sentirnos a gusto con nosotros mismos.
ü
Recrearnos en las emociones gratificantes y
potenciarlas.
ü
No abandonar a la primera de cambio, sino aprender
a integrar la lección que nos prepare para la siguiente fase.
ü
Dar paso a la autenticidad y a la honestidad en
todo aquello que dependa de nosotros.
ü
Visualizar en nuestra mente cómo nos gustaría
sentirnos con la consecución de nuestros objetivos.
ü
En lugar de suponer, preguntar o aclarar.
ü
Ser conscientes que siempre nos quedará algo por
aprender, pero eso no debe desanimarnos sino que debe motivarnos a mantener una
mente abierta y predispuesta a lo nuevo en un entorno siempre en movimiento.
Autora: María
Jesús Verdú Sacases. El contenido de esta página web es creación
de la autora y está inscrito en el Registro de la Propiedad Intelectual.
Brisa de
emociones es el nombre de mi nuevo blog. Este es el
Enlace
La atención y la
concentración
Aumentar nuestra
capacidad de atención y concentrarnos de pleno en la actividad que estamos
llevando a cabo depende del hecho de evitar al máximo las
distracciones que puedan apartarnos de
nuestros objetivos. Hay varios factores que influyen de forma determinante sobre
nuestra capacidad de atención y concentración. Entre ellos:
ü
Nuestra personalidad y estado emocional.
Los individuos motivados, estables, equilibrados y maduros, tienen más facilidad
para la atención y la concentración. Si, además, son personas flexibles y
dinámicas, continuarán manteniendo su atención y concentración en los nuevos
objetivos, que hayan podido cambiar. En cambio, un individuo perezoso o en un
estado anímico de ansiedad, nerviosismo o depresión, difícilmente se mantendrá
en un estado de atención y concentración, pues dispersarse le será muy fácil. En
este sentido, cabe añadir que una mente atormentada tendrá claras dificultades
para conseguir un buen nivel de concentración y atención.
ü
Nuestro grado de autoestima.
Una persona con un buen grado de autoestima tiene más opciones
de mantener su atención y concentración que otra con un bajo nivel de
autoestima, que siempre estará lamentándose. Sin embargo, es necesario aclarar
que tener una buena autoestima no significa ser vanidoso con uno mismo o
sobrevalorarse, sino valorar nuestras cualidades y ser conscientes de nuestros
defectos. Por tanto un buen grado de autoestima, implicaría tener un
conocimiento real sobre uno mismo y nuestras posibilidades.
ü
Las condiciones externas.
Por ejemplo, el mal olor, el frío, el calor, el ruido, no tener una adecuada
higiene postural (por ejemplo, estar sentado en mala postura impide la
concentración),... posibilitarán que la mente se
disperse.
ü La necesidad de la aprobación de los demás.
El hecho de que intentemos hacer algo o concentrarnos
en hacer algo del mismo modo en que lo harían los demás, no sólo es un obstáculo
a la creatividad y al desarrollo de las propias cualidades, sino que cada vez
que miramos al otro para comprobar que lo estamos haciendo igual que él, nos
arriesgamos a perder el hilo de nuestra concentración y en cada intento de
mimetizarnos con otros, perdemos concentración.
ü
Las ganas de vivir.
La ilusión será un motor que permitirá que invirtamos todas nuestras energías en
concentrarnos y atender nuestras necesidades.
ü
La preocupación por el futuro.
impide concentrarse en el presente y prestar atención a detalles, que nos harían
disfrutar más de la vida. El miedo y la inseguridad bloquea nuestra capacidad de
atención y concentración.
ü
Ser incapaz de desvincularse de un pasado
repleto de hechos negativos que torturan nuestra
mente y condicionan nuestros pensamientos en base a la duda y el temor, no nos
liberará para llegar a un estado óptimo de atención y de concentración.
Castigarse excesivamente por los errores cometidos y la mala conciencia
hace que el individuo se concentre en hechos pasados que ya escapan a su
control, en lugar de fijar su atención en las circunstancias reales que afectan
a su vida.
ü
Si hay algo que imposibilita claramente la
atención y la concentración del individuo son los pensamientos obsesivos,
repetitivos y que no llevan a ninguna parte. Se trata
de películas interiores que el individuo recrea constantemente. También hay que
evitar, si queremos mantener nuestra serenidad, atención y concentración, hacer
suposiciones sobre hechos que aún no han acontecido, que exageran los resultados
de forma negativa y que nos impiden hacer una valoración objetiva de la
situación.
ü
Criticar constantemente
hace que el individuo sólo viva pendiente de los demás y, de
este modo, no se preste atención a sí mismo y, si lo hace, sólo es para
compararse con ellos. ¿Cómo vamos a fijarnos objetivos adecuados y concentrarnos
en ellos, si están condicionados por la envidia, la competitividad o exigencias
sociales, que no nos gratifican? Hay que vivir para uno mismo.
ü
Idealizar las circunstancias o hacerse
demasiadas ilusiones va a generar unas expectativas
muy elevadas, etéreas, ilusorias, no basadas en una atención objetiva y en una
correcta planificación ya que el sujeto no ha sido capaz de concentrarse
debidamente en esa cuestión.
ü
Ligar las situaciones sólo a los resultados
va a provocar que no seamos capaces de atender,
concentrarnos y analizar el proceso en sí, sobre todo, si no disponemos de la
flexibilidad necesaria para cambiar sobre la marcha alguna variable,
condicionada por hechos imprevisibles. Las ideas fijas van a suponer un claro
enemigo en una atención y concentración en equilibrio.
ü
No es conveniente centrarse o prestar atención
a personas que no nos convienen, porque esto nos
agotará y nos absorberán las energías.
Autora: María Jesús Verdú Sacases. El contenido de
www.mjesusverdu.com es creación de la autora y está
registrado.
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Liberarse emocionalmente
Liberarse emocionalmente es un
concepto lleno de renovación interior y de buenas intenciones que conlleva como
principal factor abandonar las experiencias negativas, que nos han marcado y
que, en su momento, nos llenaron de dolor, pero el paso del tiempo y el olvido,
nos han permitido perdonar a los demás y perdonarnos a nosotros. Por todo ello,
en este momento somos capaces de interiorizar la valiosa lección que nos han
comportado estas vivencias, que ahora dejamos atrás, pero que nos han
enriquecido como seres humanos capaces ahora de hacernos valer y, por supuesto,
querernos más. En referencia a esto, el libro Los cuatro acuerdos de
Miguel Ruiz establece que “Dejar ir el pasado significa disfrutar del sueño
que acontece ahora mismo.”
Liberarse emocionalmente
encierra la necesidad de sentirse a gusto con uno mismo, de alejarse de las
malas amistades, disfrutando de la esencia de cada momento que nos brinda la
vida. Sería como empezar de nuevo, siendo mejor personas.
Para ello, necesitaremos
sentirnos limpios (sin resentimientos), puros (sin cargas), llenos de ilusión y
de entusiasmo. También ser conscientes de cada nuevo paso que demos y ser
conocedores de nuestras necesidades. Para conseguirlo, nos prestaremos atención
y penetraremos en nuestro silencio interior para entrar en contacto con nuestra
intimidad y averiguar qué es lo que esperamos y deseamos en este momento de
nuestras vidas, aunque no es muy conveniente crearse altas expectativas, sino
esforzarnos al máximo por hacerlo lo mejor posible, pero sin obsesionarse. En
este contexto, la soledad nos regala los espacios necesarios para conocernos
mejor y saber cómo alcanzar lo que tanto deseamos.
¿Cómo podremos escuchar y
entender a los demás, si no somos capaces de escucharnos y comprendernos a
nosotros mismos?
Autora: María Jesús
Verdú Sacases. El contenido de esta página web es creación de la
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La felicidad
La
felicidad nace de la unión de varios conceptos, principios y valores como la
paz, el desapego, el equilibrio, la libertad, la motivación, la verdad, la
plenitud, la sabiduría y la justicia. Sin embargo, la felicidad es un estado
natural que emana de forma espontánea, por tanto, no debemos forzar este estado.
Aparece de por sí. Es el placer de sentirse a gusto y en bienestar con nosotros
mismos.
La
felicidad no debe estar condicionada a que todo sea de color de rosa, pues
podemos ser felices incluso en medio de los obstáculos (tal y como establece
Jorge Bucay en El camino de la felicidad) pues ellos forman parte de
nuestra senda de evolución y una vez superadas las pruebas, ampliamos nuestras
posibilidades gracias a los conocimientos adquiridos y, muchas veces, pulimos
defectos. Si nos equivocamos, podemos rectificar. De este modo, nos volvemos más
sabios y conocedores del mundo que nos rodea y todo ello, nos aportará más
felicidad ya que la felicidad sin conocimiento o sin ser conscientes de la
verdad, no es posible.
La
verdadera felicidad no puede estar condicionada por factores externos, sino que
ser feliz es un estado de nuestro ser interior, que debe prolongarse
independientemente de las circunstancias de nuestro mundo externo (en la medida
de nuestras posibilidades). Una forma clara de invertir en felicidad es hacer
actividades que nos gustan y disponer de tiempo libre para su práctica:
meditación, pasear, bailar, escribir, componer música, nadar, dibujar,
cantar.... Ello hará que cada vez nos sintamos más libres.
Sin
embargo, es aconsejable luchar para no dejarnos dominar por el miedo, el
materiarialismo, el egoísmo y la competitividad porque todo ello crea
dependencias y es contrario al desapego. La felicidad se sustenta, entre otros,
en el desapego o la indiferencia a deseos que nos esclavizan. Ello nos confiere
más libertad y margen de acción.
Ser feliz implica:
- Vivir el momento presente y no obsesionarse con el futuro ni estar apegados a un pasado que nos agobia. Hemos de aprender a sacar lo mejor de nuestras experiencias anteriores.
- Aceptar las circunstancias pero no desde una postura pasiva, sino llevar a cabo las acciones necesarias para mejorar nuestra situación.
- Adoptar una postura de flexibilidad y aperturismo mental ante los hechos.
- Ser conscientes de nuestros errores y no castigarnos por ellos, sino aprender de ellos y seguir adelante sin bloquearse.
- Ser capaces de olvidar y perdonar. Vivir en el resentimiento es como vivir en una cárcel. Necesitamos ser libres y desprendernos de todo lo negativo que nos aprisiona y nos encierra en posturas erróneas. Abrirse a la felicidad es desprenderse de modelos obsoletos y de prejuicios. De este modo, dejamos de limitarnos.
- Valorar los pequeños detalles y ser optimista. Sentirnos llenos de ilusiones realistas y volcarnos en la consecución de nuestros objetivos con paciencia posibilitará la realización de nuestros sueños. Atreverse a creer en uno mismo es un gran paso hacia nuestras metas.
- Ser creativos, innovadores y atrevernos de poner en práctica nuestras ideas tras una planificación de cada paso, creyendo firmemente en nosotros, pero nunca desde una postura rígida, sino desde una visión flexible de la situación.
- Sentirnos agradecidos y apreciar cada hecho de nuestras vidas.
- Quererse, querer a los demás y decírselo.
- Responsabilizarse, luchar y adquirir compromisos, que nos lleven a superarnos y a mejorar como individuos.
- Intentar conocernos a nosotros mismos y a los demás. Entrar en contacto con nuestras cualidades y con nuestra riqueza interior.
- Ser capaces de entrar en nuestro silencio interior y conectar con nuestra paz.
- Realizar acciones que nos ennoblecen.
- Premiarnos por nuestros logros y ser capaces de no volver a repetir nuestros errores, integrando su lección.
- Abrirse al amor.
- Apostar por la vida.
- Ser valiente para abrirse a la verdad.
- No dejarse desanimar por las dificultades u opiniones negativas.
- Rodearse de personas con buenos sentimientos.
- Amar por el placer de amar y ver el amor en todas las cosas. Dejarse llevar por él y aplicarlo en actos que podrían parecer insignificantes a ojos de los demás, pero que para nosotros son valiosos.
Ser feliz no es:
- Decirle a los demás, sin venir a cuento, qué es lo que tienen que hacer con sus vidas.
- Dejarse llevar por falsos ideales.
- Apartar de forma sistemática a los que nos hacen daño. Todos tenemos derecho a equivocarnos y a que se nos perdone, pero también existe la obligación de rectificar o de intentar enmendar nuestros errores.
- Subestimarnos o sobrevalorarnos.
- Escaparse del mundo.
- Gritar, criticar a menudo y ser envidiosos. Hay que alegrarse sinceramente por los progresos ajenos.
- Pensar que son los demás los que siempre se equivocan.
- Pensar que no somos merecedores de cumplir nuestros sueños.
- Decir siempre que sí.
- Ser superficial.
- Actuar con miedo.
- Aprovecharse de los demás.
- Mentir.
- Esquivar los obstáculos y esperar que sea otro quien siempre resuelva los problemas.
- Buscar la aprobación y depender de los resultados.
- Valorar a los demás por sus posesiones.
- Aprovechar el poder que nos confieren ciertas situaciones para no obrar con justicia.
- Vivir hacia fuera, no hacia dentro (no analizando las necesidades que nos llenan, qué es lo que queremos hacer con nuestras vidas) y atender siempre a las necesidades ajenas, sin reconocer las propias.
- Ser rencoroso y vengativo.
- Dar la espalda.
- La mala fe y la codicia.
- No ser respetuosos.
- Crearnos dependencias que nos esclavizan.
- No ser capaces de dar las gracias ni de ver la belleza de lo que nos rodea.
- No sentir ni dar amor.
- No valorar lo sencillo.
Autora: María Jesús Verdú
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