sábado, 20 de noviembre de 2010

El encuentro con la paz interior



La paz interior es un estado al cual todos deseamos acceder y que, de forma natural, ya se halla en nosotros. Sin embargo, para adentrarnos en ella es necesaria una introspección, por ejemplo, siendo conscientes de nuestra respiración pausada o llevando a cabo otras técnicas, entre ellas, la meditación. Pero hay otras maneras a nuestro abasto que nos ayudarán a conectar con nuestro equilibrio emocional y con la quietud:

-Estar en la consciencia del momento presente: es muy importante crear más presencia en la nuestra vida cotidiana y prestar atención a lo que nos está sucediendo en el momento actual. Por esta razón, no hay que dejarse distraer o atormentar por hechos del pasado o de lo que nos pueda suceder en el futuro ya que la clave del éxito o del hecho de encontrar las herramientas para mejorar las circunstancias siempre reside el momento presente, el único escenario en donde todo se desarrolla y en el que, si nos permitimos hacerlo en paz con nosotros, conseguiremos que esa misma paz se manifieste en el exterior. Lo más importante es el ahora, el aquí, lo que estamos haciendo ahora y el ser conscientes de que hay una inteligencia superior y universal que todo lo guía y observa. Sentirla anclada en nosotros es encontrarse con uno mismo.

-El poder de los pensamientos: es tan grande el poder de los pensamientos que, si fuéramos plenamente conscientes de ello, pensaríamos sólo en positivo y automáticamente atraeríamos excelentes resultados en el día a día. Sin embargo, los pensamientos negativos también poseen fuerza creadora, por eso, es vital sustituirlos por los positivos para dejar atrás las preocupaciones que nos esclavizan en el pasado y en el futuro y que, en muchos casos, no dependen de nosotros. Además, las preocupaciones nos impiden confiar en nosotros y en el proceso de la vida.

-El poder de las palabras: es importante medir nuestras palabras y esto también incluye utilizar un tono de voz adecuado, no muy elevado. También evitaremos, en la medida de lo posible, hacer comentarios negativos, despectivos o de crítica.

-El poder de nuestras acciones: Toda acción tiene una consecuencia, según la ley del karma, de la causa y el efecto. Por tanto, recibimos lo que damos o lo que hemos dado en forma de experiencia presente. De hecho, a través del karma nos vienen experiencias gratificantes y satisfactorias, y también algunas otras que no vivimos de esta manera pero que, si sabemos gestionarlas superando el sufrimiento inicial, nos brindarán una valiosa lección. Una vez integrada la lección nos sentiremos en paz con nosotros mismos, más seguros y más sabios, aunque el verdadero secreto reside en aceptar con serenidad lo que nos trae el instante, confiando en que todo sucede por una misteriosa razón que el Universo ha elegido para nosotros y que en algún momento, comprenderemos. En este sentido, actuar correctamente, en función de nuestros valores y principios, es la mejor manera de atraerse circunstancias positivas, de superar desafíos sin resistencias y de sentirse en paz con uno mismo y con los demás.

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jueves, 4 de noviembre de 2010

La felicidad (3)


La felicidad reside en la satisfacción y la aceptación de lo que nos sucede y en el ensalzamiento de lo positivo de cada experiencia. Sin embargo, la verdadera felicidad se basa en la fortaleza, la confianza y la serenidad ante el conflicto y en la seguridad y en la fe en la propia capacidad para resolver las situaciones. La felicidad va de la mano de la intuición, que escucha a la guía y la voz interior y no teme a lo desconocido, a lo imprevisto o a lo inesperado.

La verdadera felicidad es un estado interior de no apego que no depende del lujo, la exclusividad o la ostentación sino que va siguiendo el camino del impulso cósmico en un diálogo interior apacible que va marcando sus huellas en el camino exterior que dibuja cada circunstancia. De este modo, la felicidad nace del instante y mira lo que tiene ante los ojos, suavizando las emociones y los juicios. Así pues, la verdadera felicidad aparta la crítica, la duda, la hipocresía y la testarudez, adaptándose al presente y agradeciendo cada paso con el firme convencimiento de que la sabiduría del Universo está de nuestro lado y de que nos toca jugar en las inmensas posibilidades que una mente abierta y lúcida intuye, sabe y vislumbra gracias al optimismo, la sensatez, el equilibrio y la inteligencia de un corazón lleno de amor y perdón por uno mismo, por los demás y por todo cuanto nos rodea.

La felicidad sabe escuchar y analizar con calma las emociones para tornarlas apacibles y embellecer así nuestros sentimientos para descubrir la belleza de nuestra luz interior y la de los demás, en una balanza de empatía, dulzura, paciencia, tolerancia y humildad.

La persona auténticamente feliz es serena, alegre, honesta, generosa y se nutre de la belleza que el momento presente nos regala en lo cotidiano para convertirlo en mágico, único y sublime.