No obstante, en muchas ocasiones hacer algo porque “si el otro lo hace, yo también”
implica que no recorremos nuestro camino, sino el de los demás, es como si nos dejáramos arrastrar. Las
personas que siempre se comparan, que juzgan y
que saben lo que les conviene a los demás quizás no lleguen nunca a conocerse
a sí mismas pues siempre están pendientes del exterior. En cambio, las personas
que actúan con el corazón, con seguridad, comprometidas con su causa, que saben
enmendar sus errores y que desarrollan elevados
valores con sus actos en el día a día pues predican con el ejemplo, sin depender de la aprobación de los demás, son aquellas que son ellas mismas, son personas auténticas. Son coherentes, tienen
claridad mental por lo que sus mentes fuertes vencen los obstáculos ya
que no se dejan manipular ni condicionar. Se trata
de individuos sencillos, sabios, que saben discernir y también escuchar pero sin dejarse influenciar negativamente. Además
son prudentes lo cual no les quita coraje, hablan lo necesario, con
respeto y se mantienen firmes en su propósito.
Curiosamente, éstos que imitan
o se comparan pretenden siempre tener razón y, quizás sin pretenderlo,
suelen interferir o afectar al espacio de los
demás o en aquello que no les incumbe. Parece que precisen de nuestra
atención o sentirse protagonistas. En el otro punto de la balanza, a
veces sorprende como pueden marcarnos los actos de aquellos con quienes
nos hemos cruzado y que sin tratar de imponer,
de forma discreta o desinteresada, nos han impulsado a seguir o iniciar
caminos en los que podemos desarrollar la versión más auténtica y
verdadera de nosotros mismos, aquella que nos hace crecer y demostrarnos
dignos de pertenecer al género humano evolucionado,
sensato y en armonía con el entorno. Este tipo de grandes personas no
se dan ninguna importancia, al contrario, son modestas y llevan a cabo
su causa de forma natural y continuada a diferencia de aquellas
otras personas que suelen ser competitivas, que
avasallan o que consiguen las cosas sin importarles las consecuencias
de sus actos.
Autora texto e imagen. Mª Jesús Verdú Sacases
Técnica ilustración: Pastel blando
13 comentarios:
En verdad, prefiero ser yo misma, equivocándome a veces, aprendiendo siempre.
Muy profunda y buena reflexión, gracias Mª Jesús.
Lo principal es conformarse con ser uno mismo por dentro y por fuera, cada uno de nosotros es único.
Soy quién soy y como soy, no te gusta lo que ves en mí, no vengas a mí, mi forma de vivir es ayudar y no dañar.
No importa lo que digan o como me vean, la belleza del alma es única en cada uno de nosotros, no se puede copiar.
Un gran abrazo.
Ambar
Fuera imitaciones. Hay que ser natural como la vida misma. Gracias por visitarme. Un abrazo.
Una buena entrada que nos invita a que reflexionemos un ratito sobre lo que dices.
Desde pequeños, solemos imitar, no aceptamos que nadie nos imponga nada y menos si sólo es mera teoría.
A medida que vamos creciendo, se forma nuestra manera de ser y de actuar frente a los demás, a mí me parecería ideal seguir imitando las buenas acciones, no por el mero hecho del que dirán, sí porque nos salen del corazón.
Te dejo abrazos y cariños.
kasioles
Imitar no, aunque sea bueno lo que queramos imitar. Tomar el ejemplo y convertirlo en nuestro ejemplo, considerando que cada quien aportará su propia experiencia, sus ideas y su estilo, sí es válido. Imitar es demostrar que no nos valoramos ni como seres pensantes y ni como seres capaces de crear.
Excelente escrito.
Saludos.
Está muy bien tu relato...¡pero muy bien! ...
todos somos muy buenos ...pero tendríamos que darnos un buen repaso primero antes de hacer y hablar...
gracias por tu cariñoso comentario...
felices fiestas de Semana Santa
BESOS
Realmente es importante que nos demos cuenta que cuando somos auténticos y vivimos desde el corazón podemos vivir en paz y felices.
Feliz Pascua de Resurrección!
¡Hola! ha sido un placer seguir las miguitas de pan y llegar a tu ventana. Estuve leyendo alguna de las entradas y sinceramente, de cada una podemos sacar una enseñanza.
Desde que nacemos somos como esponjas absorbiendo miles de enseñanzas de quienes nos rodean pero poco a poco aprendemos a elegir aquello que nos hace diferentes. Esta alondra aprendió que seguir al corazón es lo que más satisfacciones me ha dado.
Gracias por tu visita, prometo no alejarme mucho y venir a leerte.
Gracias por tu visita. Besos.
Buen finde.
Hola paso hacerte una visita y me encanta tu reflexión siempre se puede mejorar pero lo principal es ser como somos por dentro y por fuera. Saludos
María Jesús! Entrar aquí también fue para mi una hermosa sorpresa! precioso y mágico tu espacio!
Venía a agradecer tu comentario,y tu blog es precioso también! Por aquí me quedaré!
Hermoso texto, es difícil ser uno mismo a veces hay tantos obstáculos que nos obligan a fingir como somos en realidad,pero siempre aparece nuestro yo y solo entonces somos más felices, hermoso me encanto leerte.
Un abrazo feliz semana.
Yo me quedo con ser uno mismo Mª Jesús, porque ahí está la autenticidad del corazón y de la persona. Un fuerte abrazo amiga.
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