No obstante, en muchas ocasiones hacer algo porque “si el otro lo hace, yo también”
implica que no recorremos nuestro camino, sino el de los demás, es como si nos dejáramos arrastrar. Las
personas que siempre se comparan, que juzgan y
que saben lo que les conviene a los demás quizás no lleguen nunca a conocerse
a sí mismas pues siempre están pendientes del exterior. En cambio, las personas
que actúan con el corazón, con seguridad, comprometidas con su causa, que saben
enmendar sus errores y que desarrollan elevados
valores con sus actos en el día a día pues predican con el ejemplo, sin depender de la aprobación de los demás, son aquellas que son ellas mismas, son personas auténticas. Son coherentes, tienen
claridad mental por lo que sus mentes fuertes vencen los obstáculos ya
que no se dejan manipular ni condicionar. Se trata
de individuos sencillos, sabios, que saben discernir y también escuchar pero sin dejarse influenciar negativamente. Además
son prudentes lo cual no les quita coraje, hablan lo necesario, con
respeto y se mantienen firmes en su propósito.
Curiosamente, éstos que imitan
o se comparan pretenden siempre tener razón y, quizás sin pretenderlo,
suelen interferir o afectar al espacio de los
demás o en aquello que no les incumbe. Parece que precisen de nuestra
atención o sentirse protagonistas. En el otro punto de la balanza, a
veces sorprende como pueden marcarnos los actos de aquellos con quienes
nos hemos cruzado y que sin tratar de imponer,
de forma discreta o desinteresada, nos han impulsado a seguir o iniciar
caminos en los que podemos desarrollar la versión más auténtica y
verdadera de nosotros mismos, aquella que nos hace crecer y demostrarnos
dignos de pertenecer al género humano evolucionado,
sensato y en armonía con el entorno. Este tipo de grandes personas no
se dan ninguna importancia, al contrario, son modestas y llevan a cabo
su causa de forma natural y continuada a diferencia de aquellas
otras personas que suelen ser competitivas, que
avasallan o que consiguen las cosas sin importarles las consecuencias
de sus actos.
Autora texto e imagen. Mª Jesús Verdú Sacases
Técnica ilustración: Pastel blando