Escuchar a los niños y ser
conscientes de sus necesidades sin que esa percepción se vea condicionada por
criterios egoicos empieza por escucharse a uno mismo. Desde esta perspectiva,
aprendemos a ser empáticos con las situaciones ajenas y no sólo con la de los
niños que nos rodean sino también con nuestros mayores, compañeros, amigos,
familiares e incluso nuestros animales, mascotas o plantas. Una persona que se
escucha a sí misma desarrolla una intuición que le permite ser sensible a lo
que los demás necesitan y lo hace desde una posición de desapego, compromiso y neutralidad
y desde esa posición conoce, por ejemplo, lo que verdaderamente necesita un
niño.
Los niños deben ser alentados a desarrollar sus dones y habilidades y a ejercitarlos con creatividad y libertad. Desde la base del respeto y la convivencia, podemos enseñar a los niños a pensar de forma positiva para que sean individuos seguros de sí mismos y que enfrenten las situaciones con fortaleza y a la vez con serenidad. De este modo, los niños se convierten en adultos que dan la importancia justa a las cosas y que se centran en lo primordial, en lo que el instante presenta sin dejarse confundir por sucesos superficiales que no deben interferir en lo que realmente resulta relevante en sus vidas.
El diálogo y la escucha fomentará niños creativos, autónomos, emprendedores, sociales, adaptativos y dialogantes. Se trata de niños que aprenden a conocerse a sí mismos y, por ende, a conocer su entorno. Por tanto, son niños abiertos y que son ellos mismos de forma natural, además, por este motivo, tienen las ideas claras, saben defenderse y saben qué es lo que tienen que hacer para llevar a cabo sus propósitos.
El área de la creatividad es
aquella en la que los niños van a poder manifestar sus talentos, sobre todo si
se les permite expresar sus sentimientos, y en la que van a plasmar aquello que
son. De esta forma, el niño descubre y explora sus dones y reconoce sus puntos
fuertes y también sus debilidades pues prestar atención a su interior, permitirá
al niño conocerse bien desde pequeño, una arma poderosa que le permitirá
enfrentar sus miedos y ser consciente de hasta donde puede llegar. Además, el
niño espontáneamente expresa sus sentimientos pero si esto se le reprime, no se
le va a permitir manifestar esa alegría natural que todos los niños desarrollan
simplemente por el hecho de estar. Permitir al niño desarrollar el poder de su
mente, obrará milagros y contribuirá a crear sonrisas pero para ello es
necesario saber escuchar a los niños y permitirles ser.
Autora texto e ilustración: María Jesús Verdú Sacases
Técnica ilustración: Acuarela