El agradecimiento sentido desde lo más profundo del corazón nos conecta con la abundancia y nos sintoniza con el aquí y el ahora, a la vez que enriquece todas aquellas experiencias que están por sucedernos.
Una persona agradecida eleva su vibración, reconoce la luz en todo y en todos y valora la sencillez y la belleza que le rodean como el más preciado de los tesoros. Además, el agradecimiento nos impulsa a la aceptación y, en ocasiones, a la humildad pues sólo el sensible y el humilde reconoce lo grande en lo pequeño y sabe darle las gracias, reverenciarlo y percibirlo como algo sagrado y perfecto.
El agradecimiento nos hace sonreír y aceptar todas las bendiciones que nos suceden a diario y que otros pasan por alto. Esta es una de las razones por las que el ahora nos alinea con el ahora, sobre todo, porque nos permite reconocer la luz sutil que se halla en todo y que, a veces, no es visible a simple vista pero sí ante la mirada de un corazón agradecido.
El agradecimiento nos convierte en mejores personas y nos empuja a cuidar nuestro entorno como forma de hacer crecer a las razones por las cuales dar las gracias cada día.
Da las gracias incluso a las cosas inanimadas pues en todo reside un alma invisible que capta todas las sensaciones recibidas y que nos retornará la misma moneda de cambio.
Las personas de pensamiento positivo tienen una tendencia natural al agradecimiento, el cual se convierte en el centro de sus vidas y las transforma como por arte de magia.