Una vida en armonía con nosotros mismos y con los demás, de acuerdo con nuestros valores y en el pleno desarrollo de nuestros talentos y habilidades, nos brinda la seguridad de que ocupamos nuestro lugar en la vida y de que estamos cosechando una existencia de prosperidad emocional.
El equilibrio de la mente, el positivismo y el control sobre los nuestros pensamientos para desechar los negativos y potenciar los positivos, incidirá en una calidad de vida que nos aportará un estado natural de alegría interior, que generará en el exterior experiencias de dicha y de gozo en las cuales los obstáculos se afrontarán como retos que nos mostrarán nuestra fortaleza interior y capacidad de adaptación y nos servirán para que nos conozcamos mejor a nosotros mismos.
Los factores que nos acercan a la felicidad son, entre otros:
- La realización personal
- La creatividad
- La plenitud
- La flexibilidad
- La aceptación
- El desapego
- La paz interior
- La confianza en nosotros mismos y en la vida
- Centrarse en cada instante
- La autoestima
- Valorar los pequeños detalles y apreciar lo bueno en los demás
- Abrirse a lo inesperado
Además, conseguir un estado de felicidad emocional depende en gran parte de nuestra capacidad de no resistencia al cambio, de escucharnos a nosotros mismos y a los demás, de dejar atrás los miedos y las dudas y de atreverse a experimentar la libertad de ser uno mismo en el respeto a los demás y por todo cuanto nos rodea.