
El latido de la vida es aquél que la impulsa a manifestarse plenamente en actividad, impregnada en la esencia del presente y habiendo perdonado el pasado. De este modo, el corazón bombea nuestras experiencias de manera que vamos creando nuestro propio camino gracias a nuestras elecciones.
Un latido sano y enérgico de la vida viene determinado por:
- La motivación, la ilusión y el entusiasmo en cada paso del camino.
- No desanimarse ante los obstáculos.
- Ser conscientes de la propia responsabilidad en cada una de las experiencias.
- Olvidarnos de rencores y de viejas rencillas.
- Sentir el amor por nosotros mismos y por cada elemento que nos rodea.
- Ser capaces de ser felices con cosas tan simples como escuchar las gotas de lluvia o cuando la suave brisa se desliza por nuestra piel.
- Maravillarnos por la belleza que la vida despliega antes nosotros y que, a veces, con las prisas y las exigencias de lo exterior, se nos escapa.
- Creer en nosotros mismos y en los demás.
- Ser capaces de decir no, si es necesario, pero también valorar lo bueno que hay en los demás.
- No ser duros con nosotros mismos ni con los demás.
- Manifestar una actitud de paciencia, humildad y respeto.
- Ser conscientes de que siempre se abren nuevas posibilidades en el camino.