sábado, 27 de febrero de 2016

¿Imitar o ser uno mismo?

Actuar por imitación no implica que seamos nosotros mismos a no ser que alguien, con su ejemplo, nos inspire y nos muestre nuestro verdadero camino. Y es que hay personas extraordinarias que actúan con altruismo, con determinación y que llevan a cabo acciones nobles. Resulta excelente que ellas constituyan nuestro espejo pues son un ejemplo a seguir.

No obstante, en muchas ocasiones hacer algo porque “si el otro lo hace, yo también” implica que no recorremos nuestro camino, sino el de los demás, es como si nos dejáramos arrastrar. Las personas que siempre se comparan, que juzgan y que saben lo que les conviene a los demás quizás no lleguen nunca a conocerse a sí mismas pues siempre están pendientes del exterior. En cambio, las personas que actúan con el corazón, con seguridad, comprometidas con su causa, que saben enmendar sus errores y que desarrollan elevados valores con sus actos en el día a día pues predican con el ejemplo, sin depender de la aprobación de los demás, son aquellas que son ellas mismas, son personas auténticas.  Son coherentes, tienen claridad mental por lo que sus mentes fuertes vencen los obstáculos ya que no se dejan manipular ni condicionar. Se trata de individuos sencillos, sabios, que saben discernir y también escuchar pero sin dejarse influenciar negativamente. Además son prudentes lo cual no les quita coraje, hablan lo necesario, con respeto y se mantienen firmes en su propósito.

 Curiosamente, éstos que imitan o se comparan pretenden siempre tener razón y, quizás sin pretenderlo, suelen interferir o afectar al espacio de los demás o en aquello que no les incumbe. Parece que precisen de nuestra atención o sentirse protagonistas. En el otro punto de la balanza, a veces sorprende como pueden marcarnos los actos de aquellos con quienes nos hemos cruzado y que sin tratar de imponer, de forma discreta o desinteresada, nos han impulsado a seguir o iniciar caminos en los que podemos desarrollar la versión más auténtica y verdadera de nosotros mismos, aquella que nos hace crecer y demostrarnos dignos de pertenecer al género humano evolucionado, sensato y en armonía con el entorno. Este tipo de grandes personas no se dan ninguna importancia, al contrario, son modestas y llevan a cabo su causa de forma natural y continuada a diferencia de aquellas otras personas que suelen ser competitivas, que avasallan o que consiguen las cosas sin importarles las consecuencias de sus actos.          

Autora texto e imagen. Mª Jesús Verdú Sacases
Técnica ilustración: Pastel blando